CENTRO BACHILLERATO TEGNOLOGICO INDUSTRIAL Y DE SERVICIOS N° 13

C, T conflictos y desequilibrio social

Sociedad
La sociedad novohispana estaba dividida en grupos, según el origen de las personas. Los españoles eran una minoría, pero poseían muchas tierras y casi todas las minas. Ocupaban los cargos importantes, en el gobierno y en la Iglesia. Participaban en el comercio. Dominaban a los indígenas, los criollos (hijos de españoles y de criollos), los negros y las castas, que eran el resultado de las diversas mezclas. La más abundante e importante era la de los mestizos, hijos de españoles e indígenas.

Sobre todo a finales del siglo XVI, los indígenas sufrieron epidemias. Hubo, además un enorme desaliento causado por la derrota, los trabajos forzados y la certeza de que su situación empeoraba.
Muchos perdieron sus tierras y tuvieron que trabajar para los españoles y criollos. Los que no vivían en los pueblos de indios trabajaban en haciendas, minas o en las ciudades como sirvientes, artesanos, o empleados en los obrajes. La esclavitud de los indígenas estuvo casi siempre prohibida, excepto cuando se rebelaban contra el gobierno virreinal; pero se practicaba con frecuencia.
Con todas estas adversidades, muchos indígenas murieron. Durante el siglo XVII la población de la Nueva España se redujo, faltaron manos para trabajar y la economía comenzó a decaer.
Al avanzar los novohispanos hacia el norte las tribus chichimecas de San Luis Potosí, Zacatecas, Aguascalientes, Coahuila, Durango, se mezclaron tanto entre ellas mismas y con los españoles y los indígenas del centro, que comenzaron a convertirse en ese pueblo mestizo que somos los mexicanos.
Más tarde llegaron africanos y asiáticos que contribuyeron a la variedad física de los mexicanos. Ese mestizaje no ha terminado. A México sigue llegando gente de muchos lugares. El mestizaje existe en muchos otros países.




Los criollos

Los criollos constituyeron una minoría que fue creciendo y haciéndose cada vez más importante. Tenían tierras y minas; ocupaban puestos en la Iglesia, el gobierno y el ejército, pero no los principales, que deseaban tener. Esos cargos eran de los españoles peninsulares, los nacidos en la península ibérica.
Los criollos se interesaron en el pasado de esta tierra. También se dedicaron a las artes. Mandaron construir catedrales, iglesias, conventos y casas magníficas, verdaderos palacios. Esos edificios tienen hermosos adornos labrados en piedra, estuco y madera. Los puedes ver hoy en algunas ciudades del país.
Hubo grandes escritores criollos, como Sor Juana Inés de la Cruz y Carlos de Sigüenza y Góngora. Los dos amaban profundamente su tierra. A Sor Juana, una de las poetisas más importantes que han existido, le gustaba escribir de vez en cuando poesías en náhuatl. Don Carlos estudió intensamente el pasado indígena.
En 1648, el sacerdote criollo Miguel Sánchez difundió la devoción por la Virgen de Guadalupe, que según la tradición se había aparecido en 1531. Indios, criollos y mestizos se unieron en un gran culto que abarcaba completa a la Nueva España, esa nueva unidad de formación.




Conflictos de la iglesia con la corona Española


Tras el advenimiento del primer Borbón a la corona española, Felipe V en 1700, el nuevo monarca se hizo rodear de consejeros afrancesados enemigos del clero peninsular, lo que de inmediato generó conflictos que se extendieron a lo largo de todo el siglo XVIII. La sobrepoblación de clérigos y religiosas hizo que en 1717 el rey, aconsejado por su mujer Isabel de Farnesio, dictara prohibiciones de fundar nuevos conventos en América y en 1734 se les impidió recibir a nuevos miembros durante el plazo de diez años. Fernando VI, hijo y sucesor del anterior, tuvo una política conciliadora con la Iglesia e incluso firmó un concordato con Benedicto XIV en 1753, pero al año siguiente evitó que el clero interviniese en la redacción de testamentos. Al morir Fernando VI sin descendencia, el trono pasó a manos de su liberal hermano Carlos III, antiguo rey de Nápoles. En sus nuevos dominios aplicó las mismas políticas anticlericales que en Nápoles. El conde de Aranda, su primer ministro, le informó del peligro que representaban los jesuitas para la corona, por sus enseñanzas liberales y por su alianza con Clemente XIII, por lo que el rey determinó expulsarles en 1767, causando así la caída del sistema educativo de la Nueva España, pues los jesuitas eran los mayores educadores de la juventud novohispana. El ejército condujo a los jesuitas a su destierro, y reprimió además manifestaciones populares de repudio a la medida de Carlos III, como las suscitadas en San Luis Potosí, Uruapan, Pátzcuaro y Guanajuato. La orden del rey fue ejecutada por el virrey Carlos Francisco de Croix y por el visitador José de Gálvez, quien años más tarde se convirtió en virrey y aplicó la "Real cédula sobre enajenación de bienes y cobro de capitales de capellanías y obras pías para la consolidación de vales reales", lo que de un sólo golpe destruyó la estructura económica de la Iglesia en la corona, que había funcionado durante más de dos siglos. Los fondos recaudados fueron para fortalecer a la armada y al ejército español, pues las ideas revolucionarias francesas comenzaban a traspasar fronteras.


Relaciones de la iglesia con el estado y los pueblos indigenas


Los pueblos indígenas fueron en principio hostiles a la nueva doctrina y muchos de ellos se negaron a aceptar la religión católica como única oficial. Los frailes se encargaron de la labor evangelizadora y educativa, en esta tarea destruyeron vestigios de su antigua cultura. A la vez, integraron valores del México prehispánico. La Inquisición fue establecida en 1571 a semejanza de la española, que vigilaba y reprimía las manifestaciones contrarias a la religión, llevando muchas veces a sus sentenciados a la pena capital. En principio, los religiosos se enfrentaron a Felipe II pues los sacerdotes deseaban abolir la esclavitud y la servidumbre predominante entre los indígenas, pero el rey se negó y estuvo a punto de expulsarles de sus dominios. El Papa Sixto V intervino y concilió a ambas partes.


La inquisicion

La Inquisición española fue establecida en la Corona de Castilla y en la Corona de Aragón por orden de Isabel I y Fernando II, en 1479. Pedro Arbués fue el primer inquisidor general, asesinado en 1485. Tras la caída de Granada, los moros y judíos que se negaron a convertirse al cristianismo fueron expulsados en 1492, algunos de ellos procesados por la inquisición, ejecutados y sus bienes confiscados. Al tomar posesión del Nuevo Mundo, Pablo III, pontífice de Roma, sugirió a Carlos I establecer el Santo Oficio de la Inquisición en América, pero las guerras en que el emperador estaba enfrascado impidieron realizar su objetivo. Abdicó Carlos I en su hijo Felipe II, quien durante los primeros años siguió la política de su padre, pero pudo instituir el Santo Oficio en Nueva España hacia 1571. Desde e1569 se establecieron los primeros tribunales en Lima y Cartagena de Indias. Fernando Valdés, inquisidor general con sede en Toledo, dictó las primeras dispensas para la inquisición novohispana. Ya desde los primeros años de la Colonia se habían dictado reservas para la persecución de herejes, castigo de blasfemias (instituida por Cortés en 1520, un año antes de la caída de Tenochtitlan) y proceso de idólatras, cuyo primer caso fue llevado por Nuño Beltrán de Guzmán contra un pueblo de tarascos, en 1530. Pedro Moya y Contreras fue el primer inquisidor general del Virreinato hasta su muerte en 1591. Pablo IV organizó el índice de libros prohibidos, que tuvo vigencia en Nueva España hasta 1820, año de la supresión del Santo Oficio. La tortura se empleaba como método para obtener confesiones y para castigar, siendo muchas veces exhibidos públicamente los condenados, usando un sambenito, poco antes de ser quemados en la hoguera mediante autos de fe. La revolución de Rafael de Riego, que dio origen al Trienio Liberal, suprimió definitivamente la Inquisición en marzo de 1820, siendo sus últimas labores la persecución de los liberales contrarios a Fernando VII. En América se fomentó la Leyenda Negra de la Inquisición Española, teniendo en los relatos de sentenciados fuente de referencia.